El solar del edificio Zaragoza 15 se ubica en la trama urbana heredada de un ensanche en el extrarradio de la ciudad de mediados del siglo XX, cuyas dimensiones de vías, manzanas y baja calidad de las edificaciones nos indican que se trataba de un planeamiento realizado para la absorción de población proviniente del medio rural agrícola.
Como consecuencia, la realidad urbana construida evidencia la múltiple heterogeneidad de edificaciones: Diferentes alturas, medianeras de ladrillo sin tratar o diversos tamaños de solares muy diferentes entre sí. Sin embargo, existe una sigularidad en este paisaje urbano que aglutina la práctica totalidad de las fachadas del contexto edificado: El hueco. Los huecos o ventanas se muestran pequeños y sensiblemente ordenados, aunque con ritmos diferentes y alturas diversas, en la mayoría de los inmuebles; predominando el macizo frente al hueco (propio de la arquitectura residencial de baja calidad de esa época y propio del clima extremos del interior de la Península).
En este contexto, el edificio Zaragoza 15 se erige en la esquina de una manzana con ángulo obtuso en la alineación a calle y planteando la dificultad del diálogo con las edificaciones colindantes, debido a la complejidad contextual ya explicada. Utilizamos, pues, el elemento fachada para los siguientes objetivos:
-Inserción entre las medianeras. Tomando como altura del edificio la propia de uno de los inmuebles adyacentes (regularización de medianeras) y realizando un pequeño retranqueo con respecto a la alineación del zócalo de otra edificación anexa, de mucha menor altura (absorción de irregularidades o errores en antiguas alineaciones a viales).
-Diálogo con el entorno urbano. Utilizamos los huecos de ventanas, de diversos tamaños según las estancias a que sirvan, ordenados rigurosamente o desordenados deliberadamente, para establecer cierta relación con los huecos del entorno construido próximo. Predominio del macizo sobre el hueco.
-Tratamiento especial de la esquina. Proyectamos una fachada curva para realizar una transición suave entre las dos calles confluyentes, en contraposición con la angulosidad y dureza con la que los edificios existentes dan respuesta a las esquinas achaflanadas de 4 m obligadas por el Planemiento.
-Máximo soleamiento y ventilación. La posición singular del edificio en un cruce de calles, donde hay una excepción espacial en la angostura de las calles de la trama, hace que la fachada se proyecte con un gran desarrollo longitudinal, dotando a las viviendas de un elevado grado de soleamiento y ventilación natural. Con este fin también se proyectan dos patios interiores y un patio de manzana, que permiten obtener ventilación cruzada y quietud en las estancias de noche.
-Materialidad. Construimos la fachada con ladrillo caravista (al igual que la práctica totalidad de los inmuebles del barrio), cuyo pequeño formato nos permite materializar curvas en paños mecizos y encuentros recta-curva, en las ventanas. Utilizamos dos colores (blanco y negro) con el fin de "fragmentar" la fachada para adecuarnos, en la medida de lo posible, al tamaño de los alzados de la realidad construida del Barrio del Pilar